Años atrás comencé a reflexionar sobre el cómo algunas imágenes de fotógrafos famosos tienen el poder de influenciar el estilo visual que se puede llegar a desarrollar a lo largo de los años. En ese tiempo me di cuenta de cómo prefería algunos autores al momento de relatar mi personal visión sobre la historia de la fotografía y autores como Capa, Cartier-Bresson, Adams, Lange y Weston se agregaban a mi panteón personal.
Mis recuerdos son como postales gastadas, con bordes difusos, y casi siempre terminan pareciéndose a la obra de fotógrafos famosos
En esa época el acceso a Internet no estaba suficientemente masificado o simplemente existía como un elemento de ficción o una leyenda urbana y por lo mismo se podía disfrutar de las obras ojeando libros y revistas impresas. Para mis clases fotografiaba página tras página los libros que llegaban a mis manos y luego las compartía en largas sesiones de análisis de imagen en las que buscaba llegar a desmenuzar la técnica, el mensaje e intencionalidad de cada autor al momento de plantearse su obra.
La contemplación y admiración por aquellos autores me influenció de gran manera y asimilé, o mejor dicho heredé su legado visual casi sin darme cuenta de cómo modelaban mi manera de mirar el mundo, llegué a entender, por ejemplo, que lo que decía Robert Capa sobre que “si las fotografías no son suficiente buenas es por que no se está suficientemente cerca” no se refería exclusivamente a una cercanía física, si no más bien a estar cerca emocionalmente con lo que se fotografía, o en otras palabras estar conectado y de esa forma entendí que todo tema tiene el potencial necesario para resolver la propuesta visual ya que es quien se coloca detrás de la cámara el ingrediente fundamental.
Hoy estamos ante un constante bombardeo de imágenes, ni siquiera se puede llegar a calcular cuantas se toman diariamente para cumplir el ritual de ser subidas a la red para un fugaz protagonismo, pero siempre existe la oportunidad para nutrirse visualmente de los trabajos de los nuevos artistas contemporáneos que marcarán la forma de ver el mundo que nos rodea, mi aplauso a los autores clásicos y a los actuales ya que entre todos inspiran mi estilo visual.
Hago fotografías porque me permiten expresar mi manera de reconocer el mundo y contar como me relaciono con lo que me rodea.
Hago fotografías porque me permiten contarle a los demás como escribo mi autobiografía, con mis estados de ánimo, con mis penas, soledades y alegrías.
Hago fotografías porque, si bien no es lenguaje es quizá las más poderosa herramienta de la comunicación.
Hago imágenes por que lo disfruto y me permiten apuntar con mi dedo cual niño impertinente e interrumpir conversaciones para decir, eso es lo que ha sido, pero lo cuento como yo quiero.
La fotografía es subjetiva y es gracias a la subjetividad de los fotógrafos a quien admiro y su obra que disfruto que fotografío lo que quiero (o puedo) sin importarme tanto el tema como lo que quiero decir, y nunca me canso de citar a Proust en el sentido de que “el verdadero viaje de conocimiento no consiste en visitar lugares desconocidos, si no ver los conocidos con nuevos ojos”.