El 2016 es un año muy especial, a lo menos para fotografiar la luna llena. La súper luna más grande en casi 80 años y dos súper lunas extras marcaron los cielos del último trimestre del año. Tres grandes oportunidades para lograr una imagen cautivante y de paso poner en práctica otros conceptos y técnicas fotográficas.
La última luna llena del 2016 ocurrió entre el 12 y 13 de diciembre y esta es la historia de como la fotografié.
Luego de la súper luna de noviembre, aquella que no ocurría desde más de 70 años, las redes se llenaron de fotografías. Algunas muy impactantes y otras en las que se adivinaba el paso por filtros del teléfono y programas de retoque. Aquella luna de tamaño gigante no la pude lograr con un teleobjetivo muy potente por qué estaba con nubes ese día, crucé los dedos y me preparé para la última luna llena del año.
En realidad, se necesitaba un teleobjetivo demasiado potente si quería una imagen sin necesidad de recortar. Existen, pero están fuera de mi presupuesto y estilo de trabajo. Tampoco suelo recortar.
El mejor momento para fotografiar la luna llena no es el día en que está completamente llena, si no que un día antes. Aparece antes en el horizonte, mientras aun hay luz solar.
Bueno, menos palabras, ya sabes que me preparé y determiné el mejor momento para fotografiarla. También que exploré un lugar que fuese un mirador interesante, incluso me decepcioné ya que el primer lugar no significó un aporte y el lugar definitivo lo descubrí en el camino de regreso.
Trabajé a la antigua, sin aplicaciones de realidad aumentada en mi teléfono, con brújula y una tabla de horas. El dato inicial me planteó esperar al momento más adecuado, y esperar y esperar…
Cuando todo estaba listo, la cámara con batería y con el teleobjetivo más largo, comenzaron a aparecer las nubes en el horizonte, muchas nubes y tuve que esperar aun más a un costado de la carretera, pero se que valió la pena.
Para mi, la fotografía tiene que lograr emocionar y eso es lo que ocurrió con esta fotografía.
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